viernes, 14 de mayo de 2010

GATOS



Tengo dos gatos preciosos, uno negro de pelo brillante, el morro y la pecherina Blanca como la nieve y de igual color los cuatro pies como si llevara calcetines, atiende por MUSI. El otro un siamés un poco más joven con una cabeza preciosa y ojos inteligentes, le llamamos MUSINA y entre MUSI y MUSINA cuando les llamo cada uno acude por su nombre.
El día que MUSI llegó era el gato más arisco que jamás vi: cuando conseguimos cogerlo y meterlo en la caravana estábamos llenos de “gatuñazos” por las manos y los brazos. Poco a poco se fue atreviendo a mostrarse y asomar la cabeza a la calle, pero siempre atento si venia alguien para correr y esconderse. Solo me admitía a mí, pero guardando las distancias. Marcó sus feudos que comprendían desde la caravana, pasando por el gallinero, hasta llegar a la hilera de castaños que lindan con la Caleya.
Estábamos en estas, cuando un día apareció Susana en casa diciendo que me traía un regalo; tenía en su mano una bola de pelo con unos ojos preciosos.
Hoy después de tres meses MUSI y MUSINA se hicieron amigos y se pasan el día pegando saltos y subiéndose a la picalina de los árboles. Se les olvida hasta de comer y al oscurecer de cualquier día como hoy, llega MUSINA, salta a tu cuello y en cualquiera de las posturas en que caiga, ronroneando se queda “grogui”.



1 comentario:

  1. Aunque tienen un cariño distinto a los perros porque son muy "suyos", los gatos en una casa crean "sensación de hogar". Es muy "prestoso" verlos ronronear en el regazo o junto a una chimenea.

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