ELECCIÓN-
Dependiendo de si toma el café en el desayuno o en la sobremesa, existen, principalmente, dos especies de café: la Arábica y la Robusta. Esta última, rica en cafeína, mientras que la Arábica, es más fina.
CONSERVACIÓN-
El café en grano es bastante frágil, difícil de conservar una vez que el paquete haya sido abierto. Guardese en una caja de metal o en una bolsa de plástico, preferentemente en la nevera, y evítese la exposición al calor ya que se estropea con rapidez, sobre todo si está molido. El café es enemigo de la luz, que lo desnaturaliza.
AROMA-
Algunas personas no dudan en añadir incluso un minúsculo puñado de sal fina al café molido, para reforzar un poco su aroma. Otras más atrevidas, lo mezclan con una cucharadita de cacao amargo. los italianos, por su parte, siguen un poco esta misma línea con su capuccino: café negro coronado con nata montada y bien espolvoreado de cacao en polvo.
DIETÉTICA-
El café contiene cafeína un excitante que puede resultar peligroso si se consume abusivamente.
El café con leche, puede resultar pesadísimo para el estómago (la leche forma una especie de cuajada que resulta sumamente indigesta).
Independientemente del tipo de cafetera que utilice hay que tener en cuenta que debe de estar perfectamente limpia.
Utilizar agua de buena calidad, con poca dureza y nulo sabor o aroma.
Emplear la proporción adecuada sin cargar demasiado de café o dejarlo muy diluido salvo que se prefiera así.
Servir el café recién hecho y jamás recalentar si se enfrió. Por lo tanto es mejor prepararlo momentos antes de que decidamos tomar una taza de café.
Si se prepara algún tipo de café especial con productos añadidos procurar que no solapen el sabor del café y utilizar también productos de calidad.
Hmmm, a mí ya me huele a cafetín.
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