El otoño era dulce y triste a la vez,desde mi clase se divisaba el parque.Mi pupitre estaba situado muy cerca de la ventana y podía verse toda la avenida del parque, flanqueada a ambos lados por grandes árboles, que ahora el otoño vestía de oro sus antes verdes hojas. Estas al menor soplo de viento caían, convirtiéndose a mis ojos en enormes mariposas danzando. Este tiempo lo asocio con el color.
El jueves mi "día", había mercado y solo teníamos clase por la mañana. Si ese día conseguía pirar o saltarme alguna clase, mi gran ilusión era perderme entre la gente.
"La plaza de la carne, la de los cacharros, de las telas, la del ganado." La nota de color la ponían los charlatanes y los vendedores de coplas, vendiendo las letras de las canciones de moda, el trapero con su burro viejo tirando de un carro cargado de ropa y trapos, colgando a ambos lados del carretón un sin fin de cacharros y globos de todos los colores.
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